Tras una nueva caída en el Senado y con otro revés previsto en Diputados, el Gobierno reducía los intentos de negociación con la oposición y priorizaba el armado electoral en la provincia de Buenos Aires.
En la Casa Rosada predominaba la idea de que había poco margen para revertir el escenario legislativo. Con los vetos presidenciales en riesgo y una sesión clave en Diputados programada para este mediodía, los funcionarios libertarios reconocían que las posibilidades de sostener las iniciativas eran limitadas. Por eso, la atención se trasladaba hacia la campaña bonaerense, con reuniones diarias entre dirigentes de La Libertad Avanza y el PRO para definir el rumbo proselitista.
El malestar interno se profundizaba luego del armado de listas encabezado por Karina Milei, Martín Menem y Lule Menem, que había dejado heridos en distintos sectores aliados. Los radicales cercanos y algunos gobernadores expresaban su descontento, lo que complicaba la obtención de votos en el recinto. En el oficialismo admitían que los puntos más frágiles eran la emergencia en Discapacidad y la moratoria previsional, aunque también veían comprometida la discusión sobre las jubilaciones.

En Balcarce 50 aseguraban que el acuerdo con el PRO garantizaba la mayoría de los apoyos amarillos, aunque figuras como María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato aparecían fuera de los cálculos seguros. Aun así, dirigentes libertarios pedían cautela y no daban por perdidos todos los debates. Con optimismo moderado, insistían en que el eje central era sostener el equilibrio fiscal, aun a costa de enfrentar un costo político por la caída de leyes sociales, convencidos de que ese sector del electorado ya no acompañaba al Gobierno.