La caída de La Libertad Avanza por 13 puntos frente a Fuerza Patria generaba tensiones en el oficialismo. En distintos sectores reclamaban un cambio de rumbo y apuntaban contra Martín y “Lule” Menem.
El resultado electoral en la provincia de Buenos Aires, donde Fuerza Patria se imponía con una ventaja de trece puntos sobre el oficialismo, profundizaba la crisis en el Gobierno nacional. Dirigentes de La Libertad Avanza advertían que sin una reacción inmediata sería muy difícil recuperar expectativas de cara a octubre. La derrota, sostuvieron, era demasiado amplia para ser ignorada.
Las críticas se dirigían principalmente hacia la conducción del partido, en manos de Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, y de su primo Eduardo “Lule” Menem, encargado del armado político. También aparecía mencionado el dirigente Sebastián Pareja, responsable de la campaña bonaerense. Desde sectores disidentes señalaban errores en la construcción política y cuestionaban candidaturas poco competitivas en secciones clave del interior.

En paralelo, algunos analistas vinculados a la Casa Rosada consideraban que la derrota respondía más a desaciertos propios que a méritos de la oposición. Recordaban el caso de Corrientes, donde la negativa a sellar una alianza con el radicalismo había dejado al oficialismo con menos del 10% de los votos. Otros dirigentes mencionaban además el impacto negativo de los audios filtrados en torno a presuntas irregularidades en la Agencia Nacional de Discapacidad, en los que el nombre de “Lule” Menem aparecía involucrado.
El propio Javier Milei reconocía errores al hablar pasadas las 22 horas. Junto a ministros, asesores y referentes partidarios —entre ellos su hermana Karina Milei, Santiago Caputo y los Menem— buscaba mostrar equilibrio en medio de la interna. Aseguraba que la elección marcaba “un piso para trabajar de cara a octubre”, aunque descartaba cambios inmediatos en el gabinete o en la política económica.
Desde distintos espacios libertarios insistían en la necesidad de un giro. El dirigente Daniel Parisini, conocido como “el Gordo Dan”, reclamaba públicamente que el Presidente “ordene el equipo” para evitar un retroceso mayor. En tanto, voces internas advertían que mantener intacto el núcleo dirigencial podía ser un riesgo en un escenario donde la coalición oficialista aparecía debilitada.