Mientras el gasoducto de Vaca Muerta opera al 10% de su capacidad, el anillo de transmisión del AMBA no soporta un megavatio más. Las fallas en estaciones transformadoras y máquinas obsoletas agravan la situación.
El sistema eléctrico argentino enfrenta desafíos estructurales que van más allá de la capacidad de generación. Aunque durante los cortes de energía del miércoles había suficiente generación para cubrir la demanda, las fallas se localizaron en el segmento de transporte y distribución. A las 17:17, cuatro salidas de la estación transformadora Nuevo Puerto quedaron fuera de servicio, lo que generó una pérdida inicial de 132 kV, sumada a la caída de 580 MW provenientes de tres máquinas de una central térmica, debido a la caída de una rama sobre un terminal de salida.
El gasoducto de Vaca Muerta, con capacidad para transportar 22 millones de metros cúbicos de gas por día, opera al 10% debido a la escasa demanda. Este gas excedente, cuando no se transporta ni licúa, se quema, liberando partículas de metano con un impacto ambiental severo. Además, las máquinas generadoras en uso, antiguas y contaminantes, requieren urgente renovación, como quedó expuesto en recientes fallas operativas.
En el AMBA, las líneas de transmisión están colapsadas. La sobrecarga impide enviar excedentes hacia las provincias o recibir energía generada en otras regiones, lo que pone en jaque la estabilidad del sistema. Ante estas limitaciones, cualquier incidente, como la caída de una máquina o el daño en una línea, genera apagones masivos. Expertos del sector destacan que la solución pasa por modernizar la infraestructura de transmisión y asegurar un uso eficiente de los recursos energéticos.
