Con muy pocas ausencias, los senadores hicieron referencia al Sumo Pontifice y su legado. Aunque en la mayoría de los casos se evitaron las confrontaciones, algunos de los discursos se iniciaron con la mirada puesta en el Vaticano pero terminaban en la actualidad argentina.
Este jueves, a tres días de su fallecimiento, el Senado de la Nación rindió un emotivo y concurrido homenaje al papa Francisco. La sesión especial, que exhibió una notable presencia de legisladores y legisladoras, inició con el izamiento de la bandera a media asta por el senador Alfredo de Angeli, y se caracterizó por un tono de respeto y reconocimiento unánime hacia la figura del Sumo Pontífice.
La senadora Beatriz Ávila solicitó un minuto de silencio en memoria de Su Santidad, dando paso a una sesión donde la unanimidad fue protagonista. El senador Juan Carlos Romero propuso un procedimiento que fue respaldado por todos los bloques: la lectura de diversos textos en homenaje al Papa, para luego proceder a una votación conjunta, en clara contraposición a la falta de acuerdo que impidió una declaración unificada en Diputados.
Los discursos se sucedieron, tejiendo un mosaico de reflexiones que abarcó desde el profundo sentido latinoamericano del Papa hasta su defensa de la educación pública, su crítica a las legislaciones punitivistas y su llamado a un capitalismo con rostro humano. La senadora de Unión por la Patria por Entre Ríos, Stefanía Cora, abrió la ronda de intervenciones, seguida por representantes de los distintos bloques, quienes, si bien evitaron la confrontación, no eludieron la conexión entre el legado del Papa y la realidad política argentina.
«¿Para qué sirven estos homenajes, si cuando tomamos decisiones de Estado, las vidas de esos pobres y las de los migrantes no nos importan?», cuestionó Cora, evidenciando la tensión entre el discurso y la práctica política. El senador Maximiliano Abad, por su parte, tras reconocer el rol trascendente de Francisco, interpeló a sus pares bonaerenses sobre el tratamiento de los migrantes y el medio ambiente, destacando la relevancia de su mensaje para la realidad local.

En la Cámara Alta, donde el catolicismo tiene una fuerte presencia, las intervenciones de las senadoras Carmen Álvarez Rivero y Guadalupe Tagliaferri cobraron especial relevancia. Álvarez Rivero, del PRO por Córdoba, reflexionó sobre el amor de Francisco por Argentina y su preocupación por ser motivo de discordia, explicando así su ausencia del país. «Francisco amaba a la Argentina; yo temo que le preocupaba ser motivo de discordia», expresó. Además, cuestionó las etiquetas políticas que se intentaron imponer al Papa y denunció la discriminación política sufrida por familias católicas en temas educativos. «Como familia católica, he sentido una discriminación política estos 20 años, porque no han respetado la libertad de los padres en temas esenciales de la educación, incluso de la educación sexual. Querido Bergoglio, Córdoba a través mío te despide, descansa en paz», concluyó.
Tagliaferri, también del PRO, compartió su experiencia personal como funcionaria del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, recordando las demandas de Bergoglio en favor de los más vulnerables. «Nos pedía cosas. Nos pedía escuelas, mejorar el hábitat, el cuidado de la casa común, junto a los curas villeros y esa forma de acompañar los trabajos. En esos lugares hoy hay una sensación más grande pérdida, pero nos enseño que la fe no es resignación, es compromiso. Y a luchar contra la globalización de la indiferencia”, relató.
Otras intervenciones, como la de la libertaria Vilma Bedia, quien invocó las «fuerzas del cielo», y la del senador Luis Juez, quien expresó dudas sobre la conveniencia del homenaje, sumaron matices a la sesión. Sin embargo, fue el discurso del senador José Mayans, presidente del bloque de Unión por la Patria, el que concitó mayor atención. Mayans, reconocido por su profunda fe cristiana y sus referencias bíblicas y peronistas, trazó un paralelo entre Bergoglio y Francisco, destacando la transformación del líder religioso. «Una cosa era Bergoglio, otra Francisco. Era la persona designada por el Espíritu Santo -Francisco- para llevar el mensaje. Esas personas nunca mueren, siempre van a estar con nosotros. Perdimos un Papa pero tenemos un Santo», afirmó con convicción.
El discurso de Mayans fue recibido con un gesto de aprobación por parte de la presidenta del Senado, Victoria Villarruel, quien asintió con la cabeza, evidenciando el impacto de sus palabras. La sesión concluyó con un sentido reconocimiento a la figura del papa Francisco, destacando su legado espiritual y su influencia en el escenario político y social argentino.





