El presidente de la Nación mantuvo un encuentro de poco más de una hora en Casa Rosada con Robert F. Kennedy Jr., el secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. La reunión, calificada como «muy buena» por fuentes oficiales, sentó las bases para una agenda de trabajo conjunto entre ambos países.
La comitiva estadounidense, liderada por Kennedy Jr., llegó a Casa Rosada minutos antes de las 10 de la mañana y se retiró después de las 11, en medio de un estricto operativo de seguridad que restringió el acceso a la prensa. Del encuentro también participaron el ministro de Salud argentino, Mario Lugones; la encargada de negocios de EE. UU. en Argentina, Abigail Dressel; la consejera principal del secretario, Stefanie Nicole Spear; y Hannah Ingrid Anderson.
Según las primeras declaraciones oficiales, la reunión buscó ratificar el alineamiento entre ambas administraciones para colaborar en materia sanitaria a nivel bilateral y global. Incluso se mencionó una alianza más general, que trasciende el ámbito de la salud.
En lo que respecta específicamente a la salud, se impulsó la colaboración en políticas públicas de vacunas y medicamentos basadas en «evidencia científica«, así como una agenda alimentaria orientada a eliminar «aditivos sintéticos riesgosos». Esta cercanía se vio reflejada en los recientes anuncios sanitarios del ministro Lugones, que incluyen mayores controles de vacunas, la ratificación de la salida de Argentina de la OMS, la desregulación de organismos y la revisión del uso de aditivos en alimentos, en línea con la premisa «Make America Healthy Again» que promueve Kennedy Jr. en Estados Unidos.

Aunque no figura formalmente en la agenda, Estados Unidos tiene una visión crítica sobre el marco legal de patentes de invenciones farmacéuticas en Argentina, un análisis que se detalla en el último Informe Especial 301 de la Oficina del Representante Comercial norteamericano.
La Embajada de EE. UU. en Argentina había anticipado la visita de Kennedy Jr., esperando una «conversación sustantiva con el presidente Milei sobre cómo avanzar en las relaciones entre Estados Unidos y Argentina».
El Gobierno argentino interpreta esta visita como una señal más del alineamiento con la administración de Donald Trump. Esta es la tercera visita de un alto funcionario estadounidense al país, tras las de Scott Bessent, secretario del Tesoro, y Alvin Holsey, jefe del Comando Sur, lo que refuerza la percepción de Estados Unidos de Argentina como su principal socio estratégico en América del Sur.
Los anuncios de Lugones junto a Kennedy Jr:
En el marco de la visita oficial del funcionario de Trump, el ministro Lugones anuncio ayer nuevas medidas que pretenden plasmar la nueva hoja de ruta sanitaria en el país. “Queremos pasar de un modelo sanitario centrado en reparar la enfermedad a uno enfocado en cuidar la salud basado en evidencia científica”, indicaron. Las cinco políticas macro que se comunicaron coinciden con la línea que realizan desde la gestión estadounidense.
Se llevará a cabo una revisión exhaustiva de los organismos nacionales de salud para resolver las superposiciones y prácticas obsoletas persistentes. El objetivo es “simplificar procesos y asegurar que el sistema sirva prioritariamente a las personas, no a la burocracia”. A su vez, Argentina reafirmará su decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alegando preocupaciones sobre la influencia política en lugar del enfoque científico.
Otra de las propuestas es una revisión de los aditivos sintéticos en alimentos. Esta agenda pretende advertir sobre el impacto de ciertos ingredientes y su presunta relación con enfermedades crónicas. Además, se someterá a análisis el uso de autorizaciones rápidas (fast-track) para medicamentos caros, especialmente aquellos destinados a niños y enfermedades raras. El Ministerio de Salud justificó esta decisión en una discusión técnica se enfocará en la “seguridad del paciente y la viabilidad del sistema, evitando decisiones apresuradas sin una base sólida”.
En el ámbito de las vacunas, “se enfatizará en la transparencia de los procesos de fabricación y evaluación”. La intención es asegurar que la ciencia respalde las decisiones, exigiendo que las nuevas vacunas, como la del COVID-19, cumplan con estrictos estándares de estudio. Las campañas de vacunación, como la del sarampión, mantendrán su desarrollo, basadas en “su efectividad comprobada” y “su amplio consenso internacional”.
