El exmandatario y su círculo más cercano reconocían que el partido había perdido identidad en los últimos años y planteaban un relanzamiento con perfil liberal. El debate abría la posibilidad de fracturas en los bloques parlamentarios.
Con las elecciones en el horizonte, Mauricio Macri y la conducción más cercana al expresidente analizaban un relanzamiento del PRO hacia una etapa definida como un “regreso a las raíces liberales”. La estrategia se vinculaba al acuerdo sellado con La Libertad Avanza y se proyectaba como un reordenamiento interno que podría implicar divisiones en las bancadas parlamentarias.
El debate tomó estado público tras un mensaje en redes de Fernando de Andreis, candidato a diputado por la Ciudad y exsecretario General de la Presidencia, que señalaba que “nace algo nuevo” y cuestionaba el “murmullo socialista interno” que, según sostuvo, había desviado al PRO de su esencia. La frase apuntaba a dirigentes como Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato, distanciados del acuerdo con los libertarios. En paralelo, referentes como Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro eran quienes negociaban directamente con el oficialismo nacional.

En la mesa chica del PRO reconocían que, tras los comicios, el bloque se achicaría pero con mayor “pureza ideológica”, orientada a consolidar un perfil liberal y republicano. Algunos dirigentes no descartaban la posibilidad de interbloques, diferenciando a quienes se alinearan con el oficialismo de aquellos que mantuvieran un tono opositor. En ese marco, quedaba abierta la incógnita sobre el futuro político de María Eugenia Vidal y la postura que adoptarán gobernadores como Ignacio Torres y Rogelio Frigerio, claves en la redefinición del espacio.